Enrique Cerezo anoche tras la debacle ante el Ath de Bilbao.
http://www.cope.es/el-partido-de-las-12/audio-entrevista-a-enrique-cerezo-107260
Vicente Calderón Jr hablando de una plataforma para comprar el club.
http://www.puntoradio.com/popup/audio.php?id=60007
De un colchonero informado:
Para saber exactamente la deuda, plazos y demás el comprador va a exigir una auditoría externa y es aquí donde me da a mi que viene todo el problema porque como sabemos todos las cuentas de la SAD son de todo menos claras y pueden salir cocodrilos de cuaqluier sitio. Ojo que la deuda es de la sociedad pero como toda sociedad si un juez dictamina que esa deuda se ha creado por negligencia de sus administradores responden con sus bienes personales, aquí es donde entra Abasolo
El club puede negar una auditoría externa a un comprador , con decir que no quiere vender sobra pero no a un accionista que en este caso es el tercer accionista mayoritario, si Abasolo está limpio .... puede meter presión en ese sentido pidiendo una auditoría que le negarán y deberá de ir a los tribunales para que actue y obligue a esa auditoría o si hay muchos cocodrilos en las cuentas (que las habrá seguro) que los maximos accionistas accedan a vender antes de que un juzgado empiece a revisar papel por papel, pidiendo responsabilidades a los gestores de la sad
Pasa en muchas sociedades que el propietario del paquete mayoritario viendose acuciado por una posible intervencion judicial y viendo peligrar sus bienes personales acceda a una venta de sus acciones a coste cero o muy bajo a cambio de quitarse el marrón, hablando en plata. Donde el comprador se hace cargo de la sociedad endeudada sin pedir responsabilidades a posteriori, se hace una auditoría, un contrato de confidencialidad , el golfo sale y el nuevo accionista no pide responsabilidades, eso es lo que creo que busca este grupo y parece lógico y nada rocambolesco que se pueda llegar a esa situación
lunes, 31 de enero de 2011
jueves, 27 de enero de 2011
La S.A.D. sin atléticos
http://www.infiernorojiblanco.com/foro/viewtopic.php?f=127&t=16368&start=0
Hace ya unos cuantos años, más de los que parecen, Miguel Ángel Gil decidió nombrar un nuevo equipo técnico a cuya cabeza se encontraba Jesús García Pitarch. El máximo accionista estaba contento, e incluso, por momentos parecía eufórico. Su razonamiento para justificar las nuevas contrataciones resultaba, cuando menos, tan sincero como siniestro. Había que aislar el sentimiento atlético de la dirección de la sociedad anónima deportiva. Así, sin tapujos, y creyendo que había dado con la piedra filosofal del fútbol moderno.
Años después, creo que debo dar la enhorabuena a Calam, pues a fe que consiguió su propósito. El club, la sociedad, es un Atlético sin atléticos, el cual, paradójicamente, vive de los atléticos que aun existen, que aun se interesan, que aun pagan, pero que, sin embargo, son una realidad adjetiva y accesoria, y sobre todo, absolutamente ajena al club.
Por que este otrora club de fútbol, el Atlético de Madrid, no es más, a día de hoy y durante un par de décadas, que el patrimonio de Gil Marín. Ya, lo sé, patrimonio apropiado indebidamente, pero patrimonio, sociedad anónima, acciones, dinero, pasta…, una magna fuente de ingresos, pero nada más, y si más vínculos afectivos que los que un inversor tiene con sus acciones bursátiles. El cariño durará lo que duren los beneficios. Sus beneficios.
Y el fútbol, sí, es un mundo de tiburones, sin duda, inversores y caciques sin más escrúpulos que los que marca la ley, siempre y cuando está quede por ahí cerca. Pero ahí está la diferencia. Florentino es lo que es, pero es muy madridista. Del Nido es lo que es, pero su Sevilla es lo primero. Rosell es un tiburón, como Laporta un “viva la Virgen”, pero son culés a muerte. Y así puedo seguir con la inmensa mayoría de presidentes y consejeros españoles.
Y ahí está la diferencia. Gestionan su patrimonio y se benefician para sus negocios, de una forma más o menos directa, de su posición en el club, pero el club les duele, el club les importa, y desde luego, no aíslan el sentimiento de la gestión del mismo, sino que se rodean de personalidades históricas del mismo para su dirección, viendo como algo positivo el amor por unos colores, amor que te puede llevar a esfuerzos, a dedicaciones adicionales, a intereses personales y emocionales, más allá de aquellos a los que mueva el cobro de una minuta y/o una comisión. Gestionan con la cabeza, pero pasando por el corazón. El suyo y el del club.
Sin embargo, cuando el sentimiento se quiere aislar, obviando el corazón del club, no existe problema para apropiarte indebidamente de él, que te pillen, te condenen, y ahí sigas durante décadas, sin vergüenza, ni falta que hace. Tampoco te importará subirte desmesuradamente el sueldo (hasta seiscientos mil euros anuales en dos años) mientras el club se hunde con quinientos millones de deuda y subiendo. No te importa, claro, vender el único activo patrimonial inmobiliario del club a escondidas, alevósamente y hacer que el club (ya en quiebra técnica), vea su deuda aumentada en ciento cuarenta millones más. Ni te preocupa, por supuesto, bajar la cláusula de tu jugador emblema por que "era inaccesible", y eso, por lo visto, no es una ventaja sino un problema para el club. No te inquieta, añado, mantener durante años a un secretario técnico de contrastadísima ineptitud, sin presencia en el mercado, y con una capacidad fuera de toda cuestión para construir plantillas cortas, descompensadas y cada vez más débiles.
Sigan ustedes con la lista, pues, como saben, no acaba aquí.
Cuando el club se gestiona como una mera empresa, sin sentimientos, y además el empresario es malo, malo por inútil y malo por su mala intención, la ruina, no sólo económica, sino social, institucional e incluso espiritual, más que un riesgo es una consecuencia indefectible.
El problema es que no hay más, por más que soñemos con lo contrario, con un final a las penurias. El Atleti no ha muerto, pero tampoco vive en el Club Atlético de Madrid S.A.D. Son cosas distintas, y diría que hasta antagónicas. El Atleti y su histórica grandeza vive en los corazones de los atléticos, de numerosos atléticos, aunque no de todos. El otro, la S.A.D. ocupa su lugar en el mundo de los vivos, usurpa su nombre, su entidad, e insulta y mancha su espíritu y su historia.
El Atleti es un club, el club de los atléticos. Un sentimiento que, a día de hoy, no pasa de ser un ente inmaterial. La S.A.D. es la empresa, sin más. Es el negocio de los apropiadores, la vaca tratada a golpes de fusta y que les da leche mientras se desangra deseperada. La vaca cuyo único objetivo es vivir artificialmente para hacer cada día más millonarios a unos pocos aun a costa de hacer cada día más desgraciados a otros cientos de miles.
No importa, por que esto es una empresa. Balances, retornos, pérdidas, beneficios... Aquí sobra el sentimiento. De hecho no existe desde hace años. Se lo debemos a ellos.
Y mientras seguimos animando a la S.A.D., sufriendo, padeciendo, autoengañándonos y creyendo que eso es el Atleti. Tragándonos el sucedáneo por que, quizás, mejor es la S.A.D. que nada, por que algún día se irán, seguro y acabará la pesadilla. Y ahí estarán los atléticos para resucitar al Atleti y enterrar a la S.A.D de Gil.
Lo malo es que, por fuerte que sea el amor, a los muertos no los resucita.
Hace ya unos cuantos años, más de los que parecen, Miguel Ángel Gil decidió nombrar un nuevo equipo técnico a cuya cabeza se encontraba Jesús García Pitarch. El máximo accionista estaba contento, e incluso, por momentos parecía eufórico. Su razonamiento para justificar las nuevas contrataciones resultaba, cuando menos, tan sincero como siniestro. Había que aislar el sentimiento atlético de la dirección de la sociedad anónima deportiva. Así, sin tapujos, y creyendo que había dado con la piedra filosofal del fútbol moderno.
Años después, creo que debo dar la enhorabuena a Calam, pues a fe que consiguió su propósito. El club, la sociedad, es un Atlético sin atléticos, el cual, paradójicamente, vive de los atléticos que aun existen, que aun se interesan, que aun pagan, pero que, sin embargo, son una realidad adjetiva y accesoria, y sobre todo, absolutamente ajena al club.
Por que este otrora club de fútbol, el Atlético de Madrid, no es más, a día de hoy y durante un par de décadas, que el patrimonio de Gil Marín. Ya, lo sé, patrimonio apropiado indebidamente, pero patrimonio, sociedad anónima, acciones, dinero, pasta…, una magna fuente de ingresos, pero nada más, y si más vínculos afectivos que los que un inversor tiene con sus acciones bursátiles. El cariño durará lo que duren los beneficios. Sus beneficios.
Y el fútbol, sí, es un mundo de tiburones, sin duda, inversores y caciques sin más escrúpulos que los que marca la ley, siempre y cuando está quede por ahí cerca. Pero ahí está la diferencia. Florentino es lo que es, pero es muy madridista. Del Nido es lo que es, pero su Sevilla es lo primero. Rosell es un tiburón, como Laporta un “viva la Virgen”, pero son culés a muerte. Y así puedo seguir con la inmensa mayoría de presidentes y consejeros españoles.
Y ahí está la diferencia. Gestionan su patrimonio y se benefician para sus negocios, de una forma más o menos directa, de su posición en el club, pero el club les duele, el club les importa, y desde luego, no aíslan el sentimiento de la gestión del mismo, sino que se rodean de personalidades históricas del mismo para su dirección, viendo como algo positivo el amor por unos colores, amor que te puede llevar a esfuerzos, a dedicaciones adicionales, a intereses personales y emocionales, más allá de aquellos a los que mueva el cobro de una minuta y/o una comisión. Gestionan con la cabeza, pero pasando por el corazón. El suyo y el del club.
Sin embargo, cuando el sentimiento se quiere aislar, obviando el corazón del club, no existe problema para apropiarte indebidamente de él, que te pillen, te condenen, y ahí sigas durante décadas, sin vergüenza, ni falta que hace. Tampoco te importará subirte desmesuradamente el sueldo (hasta seiscientos mil euros anuales en dos años) mientras el club se hunde con quinientos millones de deuda y subiendo. No te importa, claro, vender el único activo patrimonial inmobiliario del club a escondidas, alevósamente y hacer que el club (ya en quiebra técnica), vea su deuda aumentada en ciento cuarenta millones más. Ni te preocupa, por supuesto, bajar la cláusula de tu jugador emblema por que "era inaccesible", y eso, por lo visto, no es una ventaja sino un problema para el club. No te inquieta, añado, mantener durante años a un secretario técnico de contrastadísima ineptitud, sin presencia en el mercado, y con una capacidad fuera de toda cuestión para construir plantillas cortas, descompensadas y cada vez más débiles.
Sigan ustedes con la lista, pues, como saben, no acaba aquí.
Cuando el club se gestiona como una mera empresa, sin sentimientos, y además el empresario es malo, malo por inútil y malo por su mala intención, la ruina, no sólo económica, sino social, institucional e incluso espiritual, más que un riesgo es una consecuencia indefectible.
El problema es que no hay más, por más que soñemos con lo contrario, con un final a las penurias. El Atleti no ha muerto, pero tampoco vive en el Club Atlético de Madrid S.A.D. Son cosas distintas, y diría que hasta antagónicas. El Atleti y su histórica grandeza vive en los corazones de los atléticos, de numerosos atléticos, aunque no de todos. El otro, la S.A.D. ocupa su lugar en el mundo de los vivos, usurpa su nombre, su entidad, e insulta y mancha su espíritu y su historia.
El Atleti es un club, el club de los atléticos. Un sentimiento que, a día de hoy, no pasa de ser un ente inmaterial. La S.A.D. es la empresa, sin más. Es el negocio de los apropiadores, la vaca tratada a golpes de fusta y que les da leche mientras se desangra deseperada. La vaca cuyo único objetivo es vivir artificialmente para hacer cada día más millonarios a unos pocos aun a costa de hacer cada día más desgraciados a otros cientos de miles.
No importa, por que esto es una empresa. Balances, retornos, pérdidas, beneficios... Aquí sobra el sentimiento. De hecho no existe desde hace años. Se lo debemos a ellos.
Y mientras seguimos animando a la S.A.D., sufriendo, padeciendo, autoengañándonos y creyendo que eso es el Atleti. Tragándonos el sucedáneo por que, quizás, mejor es la S.A.D. que nada, por que algún día se irán, seguro y acabará la pesadilla. Y ahí estarán los atléticos para resucitar al Atleti y enterrar a la S.A.D de Gil.
Lo malo es que, por fuerte que sea el amor, a los muertos no los resucita.
miércoles, 26 de enero de 2011
Es oficial.
Tras mucho tiempo en el olvido, vuelvo a retomar este blog. Han pasado muchas cosas, entre ella dos títulos que los he gozado como pocas veces.
Pero retomo el blog uniéndome a la causa del 24 de abril. Ignoro si servirá de algo o no, pero estaré entre los pocos (o muchos) que se manifiesten ante la nefasta gestión del club.
De hoy en adelante me comprometo a subir aquí toda noticia relacionada con ello e intentos de desestabilizar por parte de Gil Marín, así como todas las columnas, artículos y documentos radiofónicos que denuncien toda esa sarta de mentiras que llevan tantos años asolando al club y a los aficionados.
Por un Atleti digno se tienen que marchar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
